El prohibitivo tratamiento de mi nieto me
devolvió al mercado. Además de pagarlo con
diligencia, lo llevaba una vez por semana a que le
ajustaran unos dientes imperceptiblemente
amontonados. Tal vez por la decoración o quizá
por el hilo musical, la sala de espera era una
suerte de club social y la recepcionista, una
celestina que traficaba con citas y tratamientos.
La cuenta no paraba de subir pero la oferta de
jubilados era cada vez más interesante y la
duración de los encuentros, ideal.
Hasta que todo voló por los aires y nuestros hijos
descubrieron atónitos que todo fue por un
escape de xenón.
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Presentado la Semana 10 de la Temporada 2024-
2025 de la XVIII Edición del Concurso Relatos en
Cadena organizado por la Cadena SER y Escuela
de Escritores
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