Yo, que he vivido tantas vidas no tengo por qué
aguantar esto. Creo que estoy rompiendo esta
familia. Cada vez que me encienden se hace el
silencio y me miran maravillados, absortos. Casi
puedo sentir cómo se apagan sus cerebros. Ojalá
pudiera volver a ser ese matraz de laboratorio.
Aforado. Pasaba de mano en mano de esos
pequeños de mil amores. Fui más útil para
aquella otra familia siendo ventana: los abrigaba,
los iluminaba y podía asistir silencioso a su vida.
Todos los días le ruego con vehemencia a la
gravedad que termine con esto y me rompa en
mil añicos de nuevo.
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Presentado en algún momento al Concurso
Relatos en Cadena organizado por la Cadena SER
y Escuela de Escritores
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